Descubre Tu Punto Ciego

POR LEONARDO RAMOS

“¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas. ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen. Entonces estaré libre de culpa y seré inocente de grandes pecados”. Salmos 19: 12-13 NTV.

¿Sabías que todos los seres humanos dentro de nuestros ojos tenemos una sección que se llama “punto ciego o mancha ciega”?

Se encuentra en la zona del polo posterior cerca de la retina, específicamente en donde surge el nervio óptico, esta sección no tiene células sensibles a la luz por lo tanto, provoca que siempre haya una parte del espacio visible a nuestro alrededor que no vemos.

Lo más sorprendente es que no estamos conscientes de su existencia debido a que el movimiento normal de los ojos nos proporciona esa información visual que nos falta. La única manera de detectar dicha sección es haciendo una prueba, la cual consiste en taparnos un ojo, mirar con el otro hacia un punto fijo, y alejándonos veremos cómo algún punto que esté al lado desaparece produciendo el punto ciego de nuestra vista.

Así mismo, algo puede estar dentro de tu vida diaria y ni siquiera te das cuenta porque ya te has acostumbrado.

Como el punto ciego en nuestra vida física todos tenemos un punto ciego o varios en nuestra vida espiritual, específicamente en nuestra relación con Dios, y no lo notamos.

El punto ciego de nuestro espíritu se encuentra en nuestro interior, en nuestro corazón, manifestándose en nuestros sentimientos y nuestra mente, controlando nuestra manera de pensar y actuar, pero lo más extraño es que no nos damos cuenta de su estancia en nuestro ser. Éste le da la contra y se esconde de los mandamientos y principios que Dios nos instruye mediante Su palabra y que recibimos mediante su Santo Espíritu (Isaías 29:15 NTV).

Podemos muchas veces vivir con un punto ciego en nuestra vida sin saber que lo tenemos ahí escondido (Salmos 19:12 NTV), es más lo podemos negar porque tratamos de razonarlo y justificarlo (Proverbios 3:7 NTV), hasta que alguien nos lo hace saber.

Así es el punto ciego de nuestro pecado, se queda impregnado en nuestro corazón, en nuestra alma, estorbando y afectando nuestra relación personal con Dios, aún sabiendo que Él conoce hasta lo más profundo de nuestro corazón (Salmos 33:15 RVR 1995).

Este punto ciego detiene el propósito de Cristo en nuestra vida. Es una mancha de pecado oscura en nuestra alma que como no lo confesamos a Dios en su debido tiempo nos acostumbramos a vivir con ella a tal punto que ya se vuelve imperceptible para nuestra conciencia, sin siquiera darnos cuenta que ya vivimos practicando ese pecado por mucho tiempo.

La única manera de identificar ese punto oscuro en nuestra alma es cuando volvemos a la luz de la palabra de Dios (Juan 3:20 NTV), y es únicamente ahí cuando el Espíritu Santo de Dios nos revela, mediante Su verdad, que vivimos con puntos ciegos en nuestra vida que no son más que pecados ocultos que cauterizaron nuestra conciencia.

Pero gracias infinitas sean a Dios que es fiel y siempre nos dará otra oportunidad para reconciliarnos con él, por eso nos dio a su Santo Espíritu, para que viva dentro de nosotros el cual nos alertará de todo pecado en el momento justo (Juan 16:8 NTV).

Amigo lector mi deseo es que confieses tus puntos ciegos o pecados ocultos y puedas orar de esta manera:

¡Padre Celestial, gracias porque en tu infinita misericordia me diste a tu Santo Espíritu para que me exhorte y corrija cuando caigo en pecado, te confieso todos mis pecados ocultos para que de esa manera se restablezca mi relación contigo, en el nombre de Jesús, Amen!

Espero de todo corazón que renueves tu relación con Dios confesando tus puntos ciegos o pecados ocultos (Proverbios 28:13 NTV) que solo te alejan de Él, cayendo en una espiral descendente de pecado. Si tu deseo es seguir a Cristo de corazón y dar buen testimonio a las almas perdidas te animo a que no mantengas escondidos tus pecados y se los entregues al Señor de esa manera eliminarás los puntos ciegos de tu vida.

¡Dios te bendiga!

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